jueves, 23 de mayo de 2013

Lo que opina el licenciado Fernando González Roa

Ni el derrocamiento del vetusto y carcomido edificio de la dictadura porfiriana, ni la transacción equivocada que presidió De la Barra, ni la desvirtuada administración de Madero, en todas las cuales se puso de manifiesto el fracaso de las especulaciones filosóficas y políticas de los hombres de la clase media, lograron hacer variar la actitud de Emiliano Zapata, quien pretendía implantar reformas radicales que garantizaran el mejoramiento de las clases populares, anhelo muy justo que comprendió en el Plan de Ayala, cuyos postulados, defendidos en esencia más tarde por un grupo de idealistas, forman la médula de la Revolución Mexicana que, por este solo hecho, tomó su verdadero carácter de reivindicadora de la clase laborante, que todavía hoy, ya despierta y fiada en sus propias fuerzas, vela y espera el triunfo definitivo.

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